sábado, 26 de noviembre de 2011

Parte VI De docencias

PARTE VI

De docencias
(pensó, sintió, dijo o le dijeron)





“…Se engañan los hombres […] acerca del conocimiento de las cosas visibles, de la misma manera que Homero, que fue [considerado] el más sabio de todos los griegos. A él, en efecto, unos niños que mataban piojos lo engañaron, diciéndole: ‘cuantos vimos y atrapamos, tantos dejamos; cuantos ni vimos ni atrapamos, tantos llevamos’…”

(Heráclito de Éfeso, 535 a.c. - 484 a.c.)









La docencia combina el arte escénico con la incitación a que el otro deconstruya el discurso presentado y encuentre placer en el estudiar…


Nos querían enseñar la sociología de las mores y las costumbres. Nosotros empezábamos a enamorarnos de la revolución…


Como tantos de los jóvenes de mi generación, acudí a la urgencia de la hora…


En plena época de militancia, cuando se vive exclusivamente para la política y uno va a la facu con fiebre, frecuentábamos un grupo de variada extracción, pero, diríamos, casi primos por la afinidad. Luchábamos contra la dictadura de Onganía. Recorríamos las aulas efectuando “habladas” destinadas a despertar conciencias. La fiesta era la asamblea. El flaco era un excelente agitador. Levantaba la mano, exaltado, y gritaba “como decía Lenin…”, e inventaba algo que cuadrara. Era el number one de las citas apócrifas…


Aspirábamos a plasmar al Rey Filósofo del clasicismo griego en el Intelectual Colectivo de Gramsci…


Era entrerriano, amigo de un amigo, sociólogo como nosotros. Todos recién recibidos. El panza verde había tenido suerte y trabajaba en la OEA. Destinado a Port au Prince (que de Puerto del Príncipe nunca tuvo nada). De visita en Argentina, nos contó que el laburo era muy interesante, que había comprado un Honda Accord y que tanto él como su esposa estaban muy contentos, salvo por algunos pequeños percances. Les habían asignado una casita no muy grande, simpática, y hasta con un pequeño jardín en la parte trasera. A poco de llegar, y para matar el aburrimiento, decidieron comprar un set de Badminton para jugar en el césped del fondo, cuyo perímetro estaba cubierto por alambre tejido de malla abierta. Entusiasmados, decidieron estrenarse en el nuevo entretenimiento al caer la tarde. A los pocos minutos de comenzar, el alambrado quedó totalmente tapado de niños y niñas haitianos de todas las edades, famélicos y ansiosamente aferrados al alambre divisorio. Dejaron el juego, entraron en la casa y guardaron el set en un placard…


En el curso de ingreso a la Escuela de Cine de Avellaneda nos comentaron una linda experiencia. En una oportunidad, unos cineastas occidentales proyectaron una película a unos aborígenes africanos muy primitivos. Al finalizar, les preguntaron que les había parecido. Riendo, les contestaron que lo visto no tenía razón de ser: cabezas sueltas, manos y brazos cortados, cuerpos partidos al medio, y se cagaban de risa entre ellos. Les sucedía que, al no tener incorporado el lenguaje cinematográfico, no comprendían los primeros planos…


Los primeros preceptos del Incario, citados con frecuencia por el presidente Evo Morales de Bolivia son: “no mentir”; “no robar”; “no ser flojo”…


Era una pelirroja adorable. Ojos azules. Bajita, proporciones ideales, ademanes gráciles y mirada desafiante. Él finalizó el “teórico” y ella se acercó, para comentarle que había una parte del material que no entendía y preguntarle qué podía hacer. La tentación se tornó incontenible. Le contestó que con gusto se lo explicaría un rato antes de la próxima clase. Quedaron en encontrarse una hora antes. Cuando llegó, Ella estaba sentada en el suelo. Se paró y le dio un beso. Cruzaron al barcito de enfrente. Mientras Ella le hablaba de su novio, Él pensaba en proponerle ir después a algún lado con el auto y atendía a que se presentara el momento. Sin poder apartar la vista de la preciosura, le preguntó cuántos años tenía. “Diecisiete”. Menor de edad. Cagamos. Le explicó el pasaje del libro que no entendía y le dijo “es la hora, ¿vamos para la clase?…


En esa época de vacas gordas estaba de muy buen humor. Tenía una mesa de dinero y todos en la cátedra colocaban plata porque rendía muy buen interés. Sus frases favoritas, a las que apelaba en toda situación que lo ameritara eran “derviches ululantes”, y “asalto al palacio de invierno”. Como era original nos cagábamos de risa. Antes de irme de vacaciones retiré mis dólares por las dudas. Inversión de alto riesgo. Cuando volví, había saltado la banca. Le juntó la cabeza a un montón. A algunos con números altos. A uno le costó el matrimonio porque había metido los ahorros de toda la vida…


Hasta hoy, no tengo razones para estar de acuerdo con la maldición china que reza “Que el cielo te otorgue una vida interesante”…


Pasaba por un corralón de materiales de construcción. Lo vi y me dije que era para mí. Era una copia de un bajorrelieve en yeso blanco de una joya cuyo original debió ser de mármol también blanco. Seguramente esculpido por un anarquista italiano que firma Vippo. Está fechado en Milano en 1888. Se titula “Las vocales”. Son cinco cabezas. La “A” está representada por una hermosa joven de cara fresca con la boca bien abierta, alegre. La “E” por un viejo en tres cuartos perfil derecho con los ojos entrecerrados y la mano rodeando el pabellón de la oreja. La “I” se presenta como un bebé llorando, con la carita congestionada. La “O” con la cara sorprendida de un obrero (presumo que ante la injusticia), reconocible por la gorra. La “U” ofrece la cara agria de un obispo (claramente identificable por el solideo o birrete), crispada por la maldad emanada de la potestad de censurar…


Si digo oprobioso me quedo corto. Hacía rato que había pasado del deterioro a la degradación. Daba clases en una nocturna y conoció, y se hizo muy amigo de un pibe que había pasado una temporada a la sombra por estafa. Le propuso un negocio sensacional. Se trataba de armar un puerto franco en Chaco, porque tenía un contacto posta en el gobierno de esa provincia. Como la parada era importante, el otro le vendió a la vieja el departamento y él puso lo que le habían dado por el retiro voluntario en SEGBA, donde acumulaba un montón de años. Se lanzaron a todo trapo porque en breve tendrían el esponsoreo de Lotería Chaqueña. El primer paso era organizar una exposición deslumbrante para atraer futuros integrantes del puerto franco. Avión varias veces por semana. El mejor hotel. Avisos en los diarios pidiendo promotoras. Contaba que se hacía chupar la pija con la promesa de considerarlas para el casting. ¿Lotería Chaqueña?. Bien, gracias. La manteca al techo se acabó, la vieja se quedó sin casa y ambos sin un peso. Pensar que cuando me lo contaba, antes del fin, yo me sentía un boludo…


Tomaba un parcial en el Ciclo Básico de la UBA. Una jovencita estaba llorando. Me acerqué y la tranquilicé. La ayudé un poquito. Cuando entregó la hoja, me dijo agradecida, “estaba desesperada, sino, ¿qué me queda, pirata del asfalto?”…


Nos enteramos de que el novio de una de las estudiantes que cursaba con él lo había esperado para boxearlo. El asunto es que había reprobado injustamente a la niña y cuando le fue a pedir explicaciones le dijo que no se preocupara que si iba a su casa la iba a preparar. Parece que era muy linda. Hicimos una reunión de Profesores Adjuntos y lo echamos a la mierda…

Cuando al dictar una clase percibía que había abierto los ojos de algún estudiante, se sentía justificado…


Ignoro cuan generalizada puede estar la siguiente experiencia. He estado 28 años frente a Curso en el CBC en la Universidad de Buenos Aires. En su transcurso atravesé entendibles altibajos. En un imborrable cuatrimestre caí, por variadas causas, en una depresión galopante. Depresión-galopante. Sí. Galopaba en bajada. El dar clase, en lugar de causarme placer, me resultaba pesado como vaca en brazos. Estaba impregnado de una inseguridad clínicamente neurótica, rayana en el pánico escénico. Dictando la materia, la superé a fuerza de ponerle el pecho a las balas (y a la una certera reflexión de mi analista, que me hizo ver algo simple: después de tantos años, mis conocimientos de la materia que dictaba eran infinitamente más amplios que los de los estudiantes que recién ingresaban)…


Sostengo que se conoce a partir del intelecto y a partir de la sensibilidad. Y que ambos son cultivables por todos…


Pero bueno. Era jefe de trabajos prácticos cuando yo estaba como profesor adjunto. Me había invitado a su casa porque teníamos que preparar las preguntas del examen final. El departamento, en Olivos, era de la esposa, según me dijo. Al rato comencé a percibir que el clima hogareño se podía cortar con los dientes. La mujer, cuando pasaba, le tiraba alguna frase cargada de desprecio. Nosotros en la computadora y la nena jugando por ahí. Un día me llama por teléfono desesperado. “Necesito mil quinientos dólares porque si no pierdo el departamento, el infeliz de mi cuñado compró una moto. Yo le salí de garante y como no paga me van a ejecutar a mí”. Mi novia, que se había dado cuenta del mangazo porque dije ¿mil quinientos?, me hizo señas retorciendo el dedo en la sien. Le contesté que me era imposible prestarle esa suma pero que contara con trescientos. “Te dije mil quinientos”. “Bueno, conseguite cinco que te presten trescientos”. Cada vez que le reclamaba la deuda me caminaba con alguna excusa. Con el tiempo pulió el mecanismo. Andaba con una solicitud de préstamo a un Banco en el bolsillo y respondía que en cuanto lo cobrara saldaría la deuda. Pasaron muchos años y cada vez que puedo lo humillo públicamente…


Una estudiante amiga de la hija de mi novia que asistía a su clase, contó que Ella se metió a explicar un concepto que no comprendía bien. Los alumnos se avivaron y empezaron a apretarla. Se retiró llorando…


Crucé la calle y me dirigí a él bromeando “he aquí un hombre de campo cobista”[1]. “Vos siempre jodiendo”. “Qué querés, por algo un amigo me llamaba hombre de vacaciones”. “Claro, como no vas a joder si siempre fuiste empleado público”. Le recordé que Alberto Moravia, en un pasaje de la novela “La campesina”, narra que la protagonista, huyendo de la guerra, se refugia en la aldea natal de las montañas. Describe como sólo él puede a los distintos caracteres y situaciones, dando cabal idea de lo que fue o pudo haber sido la vida entre los montañeses. En cierto momento, uno de ellos dice, con indisimulado desprecio “Mangia dall´ governo”[2]. Riendo, continué “Pero los que sostuvimos la universidad pública ganando centavos durante más de 25 años fuimos nosotros”. Debo aceptar que mis otros trabajos en la Administración Central siempre fueron de menor compromiso y vocacionalmente accesorios”…


Claro que todos tendemos a tener una opinión de nosotros mismos que no coincide necesariamente con la que tienen los demás…


Arriesgo la hipótesis de que la literatura y el cine, que sin duda, están emparentados, remiten al cuentito que nos contaban de niños para que nos durmiéramos. El que alimentaba nuestra imaginación germinal…


Comprendió hasta donde la mentira potencia la soledad y, mirando alrededor, que es peor cuando alguien se miente a sí mismo…


En más de una oportunidad, la lucha es de los malos contra los malos. Y uno está compelido a decidir de qué lado está…


La mejor prueba de que no hay sólo dos géneros es que uno puede identificar a los putos asumidos con independencia de su país de origen…


Tenía tres ayudantes jovencitas. La empleada administrativa le confió que las llamaban “Los ángeles de Charlie” porque se la pasaban hablando de Él…


Esperaba un colectivo y nos pusimos a charlar. El señor, entrado en años (para mi mediana edad) dijo al pasar “uno aprende a ser hijo cuando es padre, y a ser padre cuando es abuelo”…


Que interesante. Cuando una mujer dice “puede ser” es “no” y cuando dice “no”, a veces puede querer decir “sí”…


Fulano se presentó súper-seguro ante el jurado del Concurso, y con su voz ronca y terminante, los aplastó. En el dictamen que se entrega a todos los postulantes, se lee:”Siendo las tantas horas del día tal del mes cual del año X se reúne el jurado, integrado por el Profesor…, el Profesor… y el Profesor…, encargado de entender en el concurso para proveer ocho (8) cargos de Profesor Regular Adjunto con Dedicación Semi-exclusiva de la asignatura Sociología del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires… A continuación del nombre de Fulano, el jurado comenta, entre otros conceptos: Plan de Trabajo. No presenta un plan claramente discernido y su plan de investigación propone una investigación hecha por los propios alumnos del curso, sin que pueda verse, a partir de alguna posible justificación, si se trata de una idea innovadora o un malentendido. Su plan de trabajo, en síntesis, resulta confuso y aparecen mezclados aspectos didácticos con otros que suponen un trabajo de investigación…


En un parcial preguntaban sobre la Reforma Anglicana. Un estudiante respondió “Enrique VIII se quería casar con Ana Bolena pero El Boticario no le dio permiso…


Lo que se hace bien, sale bien; lo que se hace mal sale mal. Parece una pelotudez pero si se lo piensa un poco, vale no solamente para los exámenes de la universidad…


No era que fuera excesivamente lúcido. Simplemente supo leer correctamente los datos evidentes que le ofrecía la realidad que tenía ante sí…


Me prendí en CUT (Campamentos Universitarios de Trabajo), que estaban orientados por Sacerdotes del Tercer Mundo. Me tocó la cosecha del té en el sur de Misiones. Por la dudas, nos hacían trabajar con incondicionales del patrón, que vivían cerca de los líneos[3]. Los fines de semana, todos, niños inclusive se la pasaban en pedo. La única experiencia organizativa que tenían los peones era la de la colimba. A nuestro coordinador lo llamaban “el Jefe” y al parecer estaban impresionados por nuestra disciplina. En el momento de la despedida el dueño del establecimiento nos reunió y comentó, en un breve discurso que “para mí, no todas son rosas, sepan que este año tuve que vender uno de mis aviones”. Me enteré que ese año se llevó a cabo la primera huelga en la historia de la región…


Después de cumplir con el mes de trabajo en la cosecha, un grupo bastante numeroso de nosotros decidió pasar unos días en la Cataratas del Iguazú y luego aprovechar para corrernos al carnaval carioca. Viajábamos a dedo. Rumbo a las cataratas, nos levantó, a mí y a mi ocasional novia, una camioneta conducida por un “gringo”. Impresionado por la espesa selva de los costados del camino, que por cierto era para mí una novedad impactante, le pregunté “¿vive gente en la selva? “No, solamente los hacheros”…


Camino a Río de Janeiro realizamos una visita a la Triple Frontera, donde están próximas las ciudades de Iguazú, Puerto Presidente Stroessner (desde 1989 Cuidad del Este) y Foz de Iguazú. En un inmenso comedero de esta última encontramos a un estudiante universitario paraguayo. Nos dijo, muy orgulloso, que Asunción y Puerto Stroessner competían con Hong Kong por el primer puesto de centro del contrabando mundial…


Los adictos, llegado el momento, a lo único que no traicionan es a la fuente de su adicción…


Mi amiga se había asilado/mudado a Italia. Comprometida con la izquierda peronista, había ocupado cargos académicos importantes y recibido ofertas para hacerse cargo de un juzgado. Su marido, en cambio, quería poner distancia por otras razones. El primer verano que pasaron en su país de elección, Ella decidió conocer la aldea de sus antepasados, allá en el Sur. Contó que por suerte había encontrado un familiar, viejo muy viejo, en ese momento acompañado por un chiquillo. En cierto momento, el niño le pregunta al viejo porqué esa gente hablaba tan raro. El viejo, metiéndose parte de la mano en la boca, con la palma hacia abajo, le explicó que era porque tenían el paladar hecho de otra manera…


Las mujeres nacen sabiendo…


La pareja estaba compuesta por un psiquiatra macanudo y su esposa, bastante precaria. Como teníamos hijos de la misma edad, nos hicimos amigotes. Una tarde fuimos a tomar el té y nos contaron de su viaje por Europa y Medio Oriente. Ella dijo que una de las cosas que más la emocionó fue la tumba de Marx en Londres, donde se puede leer en bronce “Propietarios del mundo, uníos”…


La capacidad de gozar y la capacidad de sufrir son directamente proporcionales…


Un colega, docente también en El Salvador, me contó que una vez, tomando un café en el bar de la Facu, escuchó que una alumna[4] le decía a otra “me curtí al profesor tal…, es el cuarto”. Todavía irritado, me señaló categóricamente: “ni en pedo me voy a prestar a me cuelguen en una pared como un trofeo”…


Las palabras también provocan sabores…

Hay ocasiones en la vida en que es conveniente atenerse al proverbio chino que dice “esperar lo peor para recibir lo mejor”…


Sucede a veces que las nubes en las alturas de las Sierras Grandes de Córdoba forman un velo que impide ver a un metro de distancia. Los serranos se guían mirando hacia el piso, para ver las marcas que deja la caballada en las piedras…


La tía de mi mujer me contó que cuando era niña y salía a la calle a jugar, los otros chicos le gritaban “judía… judía”…


Hice algunas reformas en mi casa de verano y contraté un boliviano muy trabajador. A veces no entendía lo que le pedía el arquitecto y hacía cagadas. No era boludo. Sucede que de niño había sido un desnutrido…


Estoy convencido de que a los hijos se los educa con actos propios…


Recuerdo que en una entrevista a María Teresa León (esposa de Rafael Alberti), el periodista le preguntó cómo había conquistado a Rafael. Contestó más o menos esto: “como cualquier mujer, diciéndole: que interesante lo que dices, es la primera vez que lo escucho, y cosas así”…


Mi madre llegó al país cuando tenía 14 años. Trabajó desde entonces, duro. Pasados los sesenta volvió a su aldea en Galicia. Su mayor sorpresa provino de ver a sus compañeras de primaria. Parecían sus abuelas…


Un académico canadiense me preguntó como hacíamos nosotros para concentrarnos, habida cuenta de lo hermosas que eran las argentinas…


Hace rato que sé que el respeto no se puede exigir…


Mis actividades como Presidente de la Asociación Argentina de Estudios Canadienses contemplaban la organización de conferencias para académicos de ese país. Con motivo de la visita del filósofo argentino radicado desde hacía muchos años en Canadá, Mario Bunge, pensé que resultaría más interesante presentar una disertación conjunta con algún invitado. Se lo propuse y aceptó. Bunge es famoso, además, por su carácter preciso y sus afirmaciones tajantes. A modo de contrapunto invité a Enrique Marí, discípulo de Althusser y uno de los epistemólogos más importantes de Argentina en esos días. Marí abrió la charla. Desmenuzó el tema acordado con abundantes tributos a su maestro. Cuando llegó el turno de Bunge, comenzó aclarando que él iba a citar a Mario Bunge…


Ese día la conferencia estaba a cargo de un fraile dominico francocanadiense y se ofrecía en la Facultad de Teología de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, en San Telmo. De acuerdo a lo que más me impactó, el núcleo conceptual del desarrollo apuntaba a explicar la fe como acto humano fundamental. Sostuvo que ningún hombre carece de fe, por la sencilla razón de que la comunicación misma descansa en que, “prima facie”, creemos en lo que nos dicen…


Aprovechaba su condición de docente para enganchar estudiantes. De origen trotskista, era buen orador y daba buenas clases. Como no era buen mozo, se conformaba con las viejardas. Para asegurarse se mandaba un Viagra. Estaba con una de ellas en un hotel y le vino un Accidente Cerebro Vascular. La ocasional amante lo tuvo que hospitalizar. Estuvo hemipléjico durante muchos meses. Al año, me dijo que su mujer lo había corrido con un cuchillo…


Me contó que una vez un amigo lo había invitado a pasar una temporada en su estancia. Como no tenía nada mejor, aceptó. Pasó más de un mes haciendo cebo en algún lugar de la Pampa Húmeda. En determinado momento, el dueño se tuvo que ausentar por obligaciones más o menos urgentes. De todos modos, le dijo que se quedara todo el tiempo que quisiera y que, si no surgía ninguna complicación, regresaría tan pronto como le fuera posible. La ausencia fue de unos veintialgo de días, hecho que le permitió a mi amigo observar en detalle cosas que de otro modo no hubiera advertido. Cuando su amigo volvió se vio obligado a decirle, por lealtad, que había descubierto que el administrador le robaba. “Ya lo sé, pero prefiero que me robe uno y que se encargue de impedir que lo hagan todos los otros”…


Estaba en el auto esperando que bajaran mis hijos de una fiesta. La calle no estaba bien iluminada. Al frente, en la misma vereda izquierda, a pocos metros, un tipo estaba cagando a palos a una mina. Casi como reflejo, les toqué bocina. El tipo se me vino. Se me plantó al lado de la ventanilla y me reputeó largo de arriba abajo. Yo lo miraba sin saber qué hacer. Me quedé piola. La afectada también se acercó y se unió a las puteadas. Se fueron de la mano…


Lo que escuchó lo dejó medio vestido y medio en bolas. Recordó que la había conocido y era espigada, voluptuosa, alegre como el Carnaval de Río. La amiga no sabe o no quiere decir porqué está tan limada que abandonó su ser. Simplemente no está…


La beca requería como contrapartida la organización de al menos tres conferencias relativas a Canadá o a una comparación entre ese país y Argentina. Habían viajado desde Toronto a Ottawa en micro. Pensaban regresar en el día. Iban a entrevistar a un famoso académico canadiense que dictaba clases en la universidad Mc Gill. Cada uno llevaba preguntas pautadas desde su tema de investigación. El profesor, un tipo sólo algo mayor que ellos, respondió a sus preguntas y, como se le pedía asesoramiento bibliográfico, recomendó cierta cantidad de libros, entre los cuales figuraba el que había publicado más recientemente. Estaban en el bar de la universidad en un patio al aire libre. El docente se excusó y dijo que volvería en un minuto. Había ido a su oficina a buscar un ejemplar de la obra, pero ya no quedaban. Ellos le dijeron que no se preocupara, porque lo comprarían en Toronto. Cuando estaban por abordar el micro, el colega apareció en bicicleta, agitado, con un libro en la mano. Lo acababa de traer de su casa…


Un profesor de historia del secundario, ídolo, diríamos ahora, nos contó que en la Antigua Roma existía un triste oficio. Había unos señores a los que se les pagaba por desflorar doncellas…


Mi nietita mayor, de ocho años, visitaba con su madre y su mamama (mi señora) Disneyland en Los Ángeles. Como es una luz de bicha, hacía reflexiones de este tipo “si acá son las doce, y en Atlanta son dos más, y en Buenos Aires son tres más. ¿A dónde van a parar esas horas? En un Shopping de los posta entraron a una joyería. La luz le preguntó a la vendedora ¿En este reloj, la hora es AM o PM?…


Como el mencionado profe dictaba Historia Antigua y Medieval, esperábamos ansiosos su explicación de inicio de los temas. En una ocasión estaba desarrollando una clase sobre Pompeya y se extendió bastante en la cuestión de la desaparición de la ciudad en el año 79 d.c. debido a la erupción del volcán Vesubio. Como se sabe, Pompeya era el lupanar de Roma, y eso se aprecia en la decoración de muchas habitaciones de las casas de placer. También se sabe que lo súbito de la erupción provocó que casi todos los habitantes quedaran enterrados bajo las cenizas. Debido a esta particularidad, el estado de conservación de las ruinas es asombroso. Se reconocen muchos frescos, si bien descoloridos, en las paredes, utensilios de todo tipo y cuerpos en diversas posiciones. El profesor comentó que uno de esos frescos ilustraba a un hombre adulto de perfil, con una erección completa mirando a la luna…


Estaba tomando parcial en el Pabellón II de Ciudad Universitaria durante una de sus primeras experiencias como auxiliar. Era invierno y no había luz por causa de un paro del personal no docente. Como anochecería antes de la finalización del horario, les pidió que se sentaran junto a los ventanales. Para entonces se les pedía a los estudiantes el documento de identidad y se lo registraba en una planilla. Mientras volcaba los datos echaba una mirada de tanto en tanto. Había percibido cierto murmullo pero no le dio importancia. Cuando se puso a corregir los exámenes comprobó que la inmensa mayoría se había copiado. Al entregar las notas leyó: fulano, uno, ¡se copió!… mengana, uno, ¡se copió!, y así hasta terminar con la lista. Se armó un tumulto de proporciones. Los más audaces se abalanzaron pidiendo explicaciones. Los hizo esperar y les tomó a uno por uno algunas preguntas en forma oral. Por supuesto, dijeron que habían estudiado de memoria y que ya no recordaban…


Un colectivero, enfurecido por la maniobra de un taxi, se le pone a la par y le grita al que conduce “colectivero”…


En CEPAL[5] me habían otorgado una beca de un año para un postgrado en Administración Pública para extranjeros. Me preguntaron cuan fluido era mi francés ya que al final del curso había que presentar un paper en ese idioma. En realidad, mi manejo de ese idioma se limitaba a lo aprendido en el secundario. Llegado a Buenos Aires, recurrí a una amiga que me aseguró que en tres meses me convertiría en una persona capaz de leer correctamente esa lengua. La primer clase me dio a leer un texto de Julio Cortázar titulado “La inmiscusión terrupta”, donde inventa significantes. Consta de palabras ininteligibles. Sin embargo, recorriendo esa serie de vocablos inéditos se advertía sin esfuerzo un relato. Mi amiga, traductora y profesora en la carrera de Traductorado en Francés de la Facultad de Derecho de Buenos Aires había diseñado el método. Me explicó que aplicándolo se podía acceder a cualquiera de los idiomas de las lenguas romances. La clave era prestar atención a la palabra precedente y a la palabra posterior. Si uno captaba el significado de las mismas, sacaba por deducción la intermedia…


Si mal no recuerdo, en una entrevista televisiva a Marcos Mundstock respondió que “crear es jugar con ideas”…


En los cursos de cine que había tomado durante la dictadura, les indicaban que el secreto de la buena cámara estaba en la multiplicación de los puntos de vista…


Iba para Retiro en el auto, en un semáforo se arrimó un vendedor de bloquecitos de papel. “Cinco por diez”. “No”. “Seis por diez”. “No”. “Siete por diez”. “Mmm”. “Ocho por diez”. “Bueno”. El semáforo viró a verde y arrancó. Cuando contó los bloquecitos, comprobó que eran seis…


La presentación del espectáculo del Cirque du Soleil “Mistère”, llamada “El Misterio de Mistère”, consta de entrevistas a artistas circenses, científicos y a responsables del diseño y ejecución de la obra. Uno de estos últimos, Gilles Ste. Croix, dice que lo mágico del Acto de la Muerte de los trapecistas es que convencen al espectador, por breves momentos, de que la muerte no existe…


En ocasiones me aplaudieron al finalizar la clase magistral, en otras después de una intervención en una asamblea de delegados sindicales, y también, dos veces, en distintas reuniones de uno de los Congresos del Foro Social Mundial en Porto Alegre…




[1]. Partidario de Cleto Cobos, polémico vicepresidente de Cristina Kirchner.

[2]. Come del gobierno.

[3]. Hileras de tesales donde se cosechan los brotes más tiernos.

[4]. Me disgusta el término porque alude a sin luces, pero me parece que aquí está bien empleado.

[5]. Comisión Económica para América Latina y el Caribe, cuya sede central está en Santiago de Chile.

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